A día de hoy contamos con fármacos muy eficaces para múltiples enfermedades. Unos fármacos que, sin embargo, solo inducen su beneficio cuando se toman de forma adecuada. Es decir, deben administrarse a las horas, dosis y duración prescritas por los médicos. Un concepto denominado ‘adherencia terapéutica’ que, aun obvio, no se cumple en un gran número de situaciones. Y es que a veces no es tan fácil ‘adherirse’ al tratamiento. Menos aún en las enfermedades crónicas, en las que el paciente tiene que tomarse una pastilla, cuando no muchas, todos los días de su vida. Tal es así que numerosos científicos han dedicado su carrera a investigar la manera de lograr administrar un tratamiento con una única dosis. Por ejemplo, una única píldora que libere diariamente la dosis necesaria durante semanas o, incluso, meses. Y en este contexto, parece que un equipo de investigadores del Brigham and Women’s Hospital en Boston (EE.UU.) y del Instituto Tecnológico de Massachusetts en Cambridge (EE.UU.) lo han conseguido. Como explica C. Giovanni Traverso, director de esta investigación publicada en la revista «Science Translational Medicine», «queremos facilitar en la medida de los posible que los pacientes se tomen sus medicaciones durante un periodo prolongado de tiempo. Cuando los pacientes se tienen que acordar de tomar un fármaco a diario o, incluso, varias veces en un mismo día, entonces vemos que la adherencia al tratamiento es cada vez menor. Pero si somos capaces de tomar una única píldora una vez a la semana o una vez al mes, entonces podríamos cambiar nuestra visión sobre la administración de medicamentos». Una única toma
La falta de adherencia a los tratamientos constituye uno de los principales problemas de salud pública en todo el mundo. Y no solo porque la administración inadecuada de los tratamientos, caso de su interrupción, se asocia con una menor eficacia terapéutica para los pacientes, sino porque supone un coste descomunal para unos sistemas sanitarios ya de por sí sumamente mermados. De hecho, se estima que la falta de adherencia terapéutica supone para Estados Unidos un gasto anual superior a los 93.000 millones de euros. Entonces, ¿cuál puede ser la solución? Pues diseñar un fármaco que sepa cuándo debe liberar sus dosis para garantizar no solo que el tratamiento se toma correctamente a diario, sino que se mantiene hasta el final. Un objetivo largamente ansiado y que, según el nuevo estudio, ha sido resulto por un equipo de médicos, ingenieros biomecánicos, químicos y farmacéuticos. Queremos facilitar en la medida de los posible que los pacientes se tomen sus medicaciones durante un periodo prolongado de tiempoGiovanni Traverso Concretamente, los autores han desarrollado una cápsula de pequeño tamaño que, una vez en el estómago, se despliega y adquiere una forma de estrella lo suficientemente grande como para que no pueda atravesar el píloro y llegar al intestino delgado. Todo ello sin interferir con el necesario paso de los alimentos para llevar a cabo la digestión. Como indica Giovanni Traverso, «el tracto gastrointestinal es un canal muy largo a través del cuerpo. Lo que hemos hecho ha sido diseñar la cápsula para ralentizar su tránsito en el estómago y, así, controlar la liberación y absorción del fármaco. Algunos de los retos que hemos tenido que afrontar son cómo lograr que la cápsula llegara a su destino, el problema de ‘meter el barco en la botella’, en el que el cuello de la botella sería el esófago, y evitar que la cápsula siguiera su camino por el resto del tubo digestivo. El píloro es una válvula de dos centímetros de diámetro, por lo que hemos diseñado nuestro sistema para que, una vez desplegado, abarque cuatro centímetros». Es más; como destaca Andrew Bellinger, co-autor de la investigación, «además de mejorar la adherencia, nuestro sistema de administración de fármacos de acción ultra-larga también puede reducir los efectos secundarios y mejorar la eficacia farmacológica al suavizar la elevada variabilidad de concentración sérica que suele acompañar a las pastillas diarias». Múltiples enfermedades
Pero esta cápsula, ¿realmente funciona? Pues sí, y muy bien. De hecho, los autores han desarrollado un primer prototipo que contiene el antiparasitario ‘ivermectina’ mezclado con diferentes polímeros para permitir una difusión gradual y pausada del fármaco. Y de acuerdo con los resultados alcanzados con modelos animales, la cápsula se mantuvo de forma totalmente segura en el estómago y fue capaz de liberar las dosis del fármaco durante más de 14 días. Un resultado que, trasladado a los seres humanos, evitaría que los pacientes tratados contrajeran la malaria durante estas dos semanas: la ivermectina, además de eficaz frente a diferentes tipos de filariasis –enfermedades tropicales que, como la ‘elefantiasis’, son causadas por un tipo de gusanos denominados ‘filarias’– es tóxica para los mosquitos del género ‘Anopheles’, por lo que morirían al picar a los pacientes –el fármaco liberado se encuentra en la sangre– sin llegar a transmitir el parásito. El siguiente paso será mejorar el sistema de difusión para lograr que la liberación del fármaco se mantenga, como mínimo, durante un mes. Y asimismo, evaluar su posible utilidad en otras enfermedades distintas de la malaria. Los autores ya se han puesto manos a la obra. Como concluye Giovanni Traverso, «podemos prever otras aplicaciones potenciales mucho más allá de las enfermedades infecciosas, caso de, entre otras patologías crónicas, las enfermedades psiquiátricas, cardiovasculares y renales».