Con el paso de los años, por más entusiasmados que estemos con algo, puede llegar a convertirse en una rutina. En el caso de las relaciones de pareja, también puede suceder lo mismo, aunque no lo queramos.

Llegamos del trabajo cansados, queremos acostarnos un rato o disfrutar de estar en el hogar. Sin embargo, se nos olvida hablar con nuestra pareja o salir a disfrutar con ella como lo hacíamos antes. Esto puede poner la relación a colgar de un hilo muy fino, que posiblemente termine rompiéndose.

Eso era exactamente lo que estaba viviendo Sarah quien, después de 7 años conociendo a su pareja, habían llegado a la monotonía. Ella estaba desesperada, pues no sabía si su esposo aun la quería, así que decidió probarlo. Entonces, comenzó a escribirle una carta y la dejó sobre la mesita de noche en su habitación. En parte, esta decía como sigue:

“Matthew, nuestra relación ya no es igual, la rutina la ha consumido gradualmente. Cuando llegas a casa todos los días, estas muy cansado y no quieres estar conmigo. Ya no salimos a divertirnos como lo hacíamos antes, tu prefieres ver el partido en casa. ¿Hace cuánto tiempo no me dices que me amas como lo hacías en las mañanas? Ya no me tocas ni me haces las mismas caricias de antes. Lamento mucho decirte que lo nuestro no puede continuar así”.

La reacción su pareja

Esta carta implicaba un gran riesgo para Sarah, pues ella aun amaba a su esposo. Sin embargo, ella debía averiguar si él sentía lo mismo por ella. Si se había acabado el amor, lo perdería todo y no podría intentar recuperarlo. Pero ella estuvo dispuesta a aceptar el riesgo, pues la angustia la estaba consumiendo. De modo que se escondió bajo la cama y esperó a que su esposo llegara ese día.

Después de varias horas, su esposo llego del trabajo como siempre, muy cansado. Al entrar a la casa, todo estaba en un silencio aterrador. No se escuchaba la televisión ni tampoco a su esposa cantando en la ducha. Pero como ya casi no podían hablar, supuso que había ido a la casa de una amiga sin avisarle. Entonces, al entrar en la habitación, estaba todo apagado. Solo la lampara que alumbraba la carta estaba encendida.

Matthew ahora se acercó a la cama, tomo la carta y se sentó a leerla detenidamente. Al finalizar, no dijo ni una sola palabra, sino que permaneció en silencio durante varios minutos. Entonces, tomó otro trozo de papel, escribió algo y lo puso de nuevo junto a la carta sobre la mesita. Ahora empezó a brincar de alegría, como si fuera la mejor noticia que había escuchado.

En aquel momento, tomó su teléfono, llamó a alguien y le dijo: “Hola amor ¿Qué crees? Mi esposa por fin entendió que lo nuestro había acabado y se fue de casa. Ahora estamos libres para estar juntos. Inmediatamente salgo a buscarte” y colgó. Sarah estaba perpleja, no podía hacer ni decir nada, pues estaba pasmada.
Una sorpresa que alegra a Sarah

Sarah no podía creer que después de tanto tiempo, su esposo la dejara ir así, sin más. Ella sabía que las cosas no iban bien, pero nunca se imaginó que llegaría a ese grado. Ella nunca pensó que incluso, ya había una tercera persona en su relación. Entre lágrimas, Sarah tomó la nota que dejo Matthew sobre la mesa. Al principio no quería leerla, pero luego de unos minutos, empezó a hacerlo.

“¡Hola graciosita! Te daré un consejo. La próxima vez que quieras ponerme a prueba, procura que tus pies no sobresalgan de la cama. Estás loca ¡Te Amo mucho!… fui a la tienda a comprar algo”.

La lección es muy clara. El miedo y la inseguridad pueden convertirse en nuestro peor enemigo.

Si te pareció una experiencia memorable, compártela en tus redes sociales.

Let’s block ads!