Vivimos en un mundo hiperconectado. Casi 5 mil millones de personas tienen un celular: un gadget del que difícilmente podemos prescindir y sin el cual es casi inimaginable nuestra vida cotidiana.

Es indudable que los celulares han modificado radicalmente nuestra forma de habitar el mundo; pero algunos claman que incluso han modificado nuestra salud. El debate sobre su probable efecto nocivo comenzó en 1993, cuando un primer testimonio de cáncer cerebral, atribuido al uso del celular, salió a la luz en el programa estadounidense Larry King Live.

El fallecido W. Ross Adey, un neurólogo de la Universidad de California y ex–investigador de Motorola, se dedicó ya por aquel entonces al estudio de la radiación de los celulares y sus consecuencias en nuestra salud. Este experto aseguraba que las empresas estaban encubriendo el hecho de la toxicidad de los celulares para mantener intactos sus intereses comerciales, pues la propia Motorola se negó a publicar las investigaciones que Ross Adey realizó y en las cuales demostraba que la frecuencia de ondas que emiten los celulares sí pueden producir cáncer. 

No obstante, desde el incidente en el programa de Larry King y las investigaciones de Ross Adey, ha habido un centenar de estudios al respecto, aunque la mayoría llega a diferentes conclusiones. Algunos afirman que el tipo de ondas que emiten los celulares no son suficientes para ponernos en riesgo; por ejemplo, los estudios realizados en EUA por el National Toxicology Program (y que la Food and Drug Administration aprobó). Estos demostraron que la radiación provoca cáncer cerebral en ratas si son expuestas a grandes proporciones, pero que no es comparable a las que un adulto se expone, aún con el uso frecuente del celular. Por otro lado, existen estudios como los realizados en Suiza que aseguran que las personas que han usado celular desde antes de los 20 están en mayor riesgo de padecer cáncer cerebral.

Debido a esta ambivalencia, la World Heatlh Organization a catalogado las radiaciones como “posiblemente cancerígenas”. Hay que recordar que, además, estamos expuestos a esta radiación no sólo a partir de los celulares, sino también de otros aparatos inalámbricos, como los teléfonos de casa, y por supuesto, el microondas. 

¿Cómo prevenirnos?

Aunque sólo las radiaciones de alta energía, como la de los rayos x, han demostrado su nocividad (al romper nuestro ADN), el California Department of Public Health ha elaborado estas recomendaciones para que las personas puedan prevenirse, en lo que se llega a un consenso al respecto de la toxicidad de la radiación emitida por otros aparatos.

La recomendación principal es intentar no tener el celular en el bolsillo, pues además los estudios tampoco han sido conclusivos en si las radiaciones producen infertilidad, por lo cual meterlo en la bolsa de mano o en la mochila es lo mejor que podemos hacer.

Otros hacks que esta institución comparte:

Manten el celular lejos del cuerpo usando manos libres.

Usa menos el celular cuando la señal este baja, pues usan más radiación en esos momentos.

Reduce el uso del celular para ver videos, escuchar audios o descargar datos. O en dado caso, bájalos y coloca en modo avión tu celular cuando los veas o escuches.

No duermas con tu celular en la cama o cerca de tu cabeza.

Quítate el manos libres cuando no lo utilices.

No utilices productos que clamen “bloquear” las radiaciones. Eso no es posible y, de hecho, es probable que hagan a tu celular trabajar más para obtener señal, lo cual incrementará tu exposición a la radiación.

Afortunadamente, también la tecnología se está poniendo al servicio de la prevención. Investigadores de la Drexel University y el Korea Institute of Science and Technology, están trabajando en un nanomaterialapaz de proteger al celular de la “contaminación electromagnética”. Si todos nuestros gadgets los protegiéramos de esta manera, ya no emitirían la misma cantidad de radiación, aseguran.

En lo que avanzan estas creaciones tecnológicas, habrá que seguir las medidas recomendadas por el California Department of Public Health, como parte de las necesarias prevenciones contra el cáncer.

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