¿Utilizas a menudo aceite de girasol o mayonesa en tus platos? Es una creencia común que los aceites de semillas son perjudiciales y que su uso es reciente. Sin embargo, el uso de aceites vegetales data de hace más de un siglo.
La realidad es que el aceite de semillas no ha sido un alimento básico en la dieta humana durante gran parte de la historia. La primera fábrica dedicada a la producción de aceite vegetal se estableció en los EE. UU. en 1865. Antes de esto, el aceite vegetal no era un aditivo alimentario, simplemente no se producía. Consideremos que durante el 99% de la historia de la humanidad, el aceite de semillas no se consumió. Nuestros cuerpos no están genéticamente adaptados a él. Inicialmente, el aceite vegetal tenía fines no dietéticos, como encender lámparas, fertilizar el suelo y alimentar a los animales. Su uso interno por parte de los humanos encontró resistencia, pero con el tiempo, se aceptó. El aceite de girasol, en particular, no tenía demanda.
Además, la planta del girasol no es originaria de Europa ni de Asia, sino que se originó únicamente en América del Sur. Tras su introducción, la producción de aceite vegetal aumentó drásticamente. En la actualidad, nuestro consumo de aceite de girasol es seis veces mayor que el de nuestros antepasados, un aumento del 600%. Este aumento está vinculado con las crecientes tasas de obesidad y diabetes.
Una anécdota interesante tiene que ver con el viaje del girasol a Europa. Fue transportado por primera vez desde América en 1510. La llegada del girasol en el siglo XVI provocó una confusión de fechas, lo que dio lugar a una situación incómoda que requería una explicación.
En el siglo XIX, existía cierta resistencia al uso de aceites vegetales derivados de semillas. Posteriormente, las empresas estadounidenses comenzaron a adulterar el aceite de oliva con estos aceites antes de exportarlo a Europa. Los franceses, al percibir la diferencia de sabor, emprendieron acciones legales contra esta práctica. Esto llevó a las empresas a producir grasas trans, en particular margarina, a partir de aceite de girasol, que imitaba la apariencia de la mantequilla pero era perjudicial para la salud. Hoy en día, se ha vuelto tan omnipresente que prácticamente todos los alimentos procesados contienen algún tipo de aceite vegetal.
Una explicación del mecanismo por el cual los aceites pueden afectar negativamente al cuerpo.
Se cree que el aceite de girasol es nocivo porque puede espesar la sangre, ralentizar el metabolismo y provocar inflamación. Las grasas insaturadas del aceite se almacenan en los depósitos de grasa y las membranas celulares, y el cuerpo tarda tres años en procesarlas debido a su período de descomposición.
Las grasas de los aceites vegetales no sólo se acumulan en el cuerpo, sino que también se oxidan e interfieren con las mitocondrias, las fábricas de energía dentro de nuestras células. Estas grasas se integran en nuestro cuerpo, reemplazando las grasas naturales en la membrana mitocondrial. Sin embargo, a diferencia de las grasas saturadas naturales del cuerpo, las grasas de los aceites son propensas a la oxidación, lo que deja a las mitocondrias vulnerables a los radicales libres y conduce a su destrucción. Esta explicación intenta simplificar el complejo mecanismo involucrado.
En esencia, los ácidos omega-6 de los aceites pueden acidificar el cuerpo, causar inflamación crónica y destruirlo. La falta de fuerza y energía podría ser una señal para dejar de usar aceites de semillas, ya que estos aceites poliinsaturados podrían haber dañado las mitocondrias de las células, reduciendo la producción de energía y aumentando la ingesta de alimentos para compensar. Desafortunadamente, estas grasas tienen una vida media de dos años, lo que significa que se necesitan aproximadamente tres años para que sean reemplazadas casi por completo por las grasas naturales del cuerpo.
Si consideramos la excreción necesaria si un tercio de la ingesta calórica diaria de una persona moderna proviene de aceite vegetal, es importante tener en cuenta que el consumo no es el objetivo, sino la eliminación. Las grasas poliinsaturadas del aceite de girasol pueden oxidarse y degradarse cuando se calientan, se exponen al oxígeno o a la luz solar, y pueden incorporar radicales.
Es fundamental recordar que el aceite de girasol y otros aceites de semillas, cuando se consumen en grandes cantidades, pueden ser perjudiciales para los seres humanos. La extracción de aceites mediante hexano y su posterior desodorización con vapor caliente puede generar sustancias cancerígenas. Además, el cultivo de girasoles suele implicar el uso de pesticidas y productos químicos.
Se dice que el proceso de refinación del aceite de girasol destruye las vitaminas presentes, lo que lleva a la creencia de que los fabricantes de aceite están engañando a los consumidores. En la naturaleza, el consumo de grandes cantidades de aceite no es habitual, ya que está contenido de forma natural en las semillas. Los girasoles silvestres contienen muy poco aceite, mientras que las variedades cultivadas modernas han sido criadas de forma selectiva para aumentar significativamente el contenido de aceite de las semillas.
En nuestro siglo, los tres adversarios del hombre suelen ser el azúcar, la harina y el aceite de semillas.
Una forma más sencilla de alimentarse es consumir lo que nos brinda la naturaleza, en lugar de productos elaborados en fábrica. Esto significa elegir productos que no tengan etiquetas ni una lista de ingredientes, como carne , verduras, pescado, hierbas, hongos, bayas y nueces, que naturalmente no contienen aceites de semillas.
Dejar de consumir aceite de girasol puede ser un desafío, ya que es un alimento básico en muchas dietas y se encuentra en todo tipo de productos procesados, como salchichas y alimentos enlatados. Si bien cambiar drásticamente los hábitos alimenticios es difícil, reducir la ingesta de estos aceites es una medida factible para la mayoría de las personas.