Comida y salud

Lo que llamamos el sistema inmune en el fondo es un sistema de adaptación tanto al medio externo como al medio interno. Un sistema que sabe diferenciar entre lo que es útil para el proceso de salud y lo que no lo es. De su buen funcionamiento de cómo selecciona y elimina depende nuestro bienestar, nuestra vitalidad y nuestra salud.

¿Dónde encontramos la clave? Pues mira que sencillo: ¡en los intestinos!

Tanto el intestino delgado como el intestino grueso, son el laboratorio que la madre naturaleza nos ha instalado en nuestro interior; representan sus raíces y sus funciones. El mundo vegetal se ha miniaturizado a nuestra medida; vive en y para nosotros, en nuestros intestinos, formando un auténtico tapizado de vellosidades donde el mundo animal, formado por 100 billones de bacterias y microorganismos, encuentra su espacio y su hábitat perfecto para realizar esa función que conocemos como “simbiosis”.

Esa función determina nuestro estado de salud física, emocional y mental, y naturalmente nuestro sistema inmune que en un 70% está vinculado a la mucosa intestinal. La permeabilidad de las paredes intestinales es el asiento de estos dos mundos que nos habitan y a los que les debemos esta vida biológica. Si les propiciamos una buena condición y un buen equilibrio, nuestro sistema inmune funcionará correctamente. Si, por el contrario, se produce una “disbiosis” afectará a la integridad de la pared intestinal.

El resultado será el deterioro de esas funciones que se encargan de:

Asimilar y absorber nutrientes

Eliminar tóxicos y residuos

Controlar la proliferación de agentes patógenos que, incluso desde dentro, pueden causar una larga lista de síntomas, algunos muy molestos, como: inflamación abdominal, digestiones pesadas, alteraciones en el ritmo intestinal…

Y otros más serios como: enfermedades autoinmunes, obesidad, procesos inflamatorios e infecciosos, alergias, alteraciones de tiroides, hiperactividad y estrés en niños y adultos… No hemos de olvidar, la merma de los precursores de muchos neurotransmisores suministrados en los intestinos; nada menos que el 90% de serotonina, 50% dopamina, por citar algunos.

Tampoco nos interesa pasar por alto, que para luego poder disponer de todos estos neurotransmisores nuestro sistema nervioso necesita glucosa, proveniente de hidratos de carbono de cadena larga, polisacáridos, y no azúcares rápidos, que son los que más se suelen consumir.

Después de tener en cuenta todo esto, es fácil comprender el papel tan importante que juegan los alimentos que utilizamos en nuestra dieta a la hora de garantizar un terreno apropiado para una buena salud intestinal. Sin duda, una alimentación consciente e inteligente es la herramienta más poderosa de que disponemos para conseguirlo. Desde nuestro punto de vista, apuntando a la “gran vida” que es el objetivo de la “macrobiótica”, sabemos que el consumo de productos refinados, azucarados, lácteos e industrializados y procesados llenos de conservantes, aromatizantes, saborizantes y todo tipo de estimulantes y alcohol, inflaman y alteran la condición saludable de la pared intestinal.

Igualmente dietas muy ricas en proteína animal y grasas, arrojan una gran cantidad de residuos tóxicos aumentando la población de bacterias intestinales patógenas. Mientras que el consumo de alimentos vegetales, integrales, ecológicos y naturales es muy beneficioso.

5 Grupos de alimentos que no pueden faltar en tu cocina

Los cereales integrales y las verdurascontienen fibra que limpia y refuerza los intestinos

Las legumbres combinadas en pequeñas cantidades ayudan al cereal a aportar las mejores proteínas y las más limpias al cuerpo

Las algas, grandes limpiadoras de depósitos o acumulaciones, resultado del consumo de lácteos, azúcares y refinados, además de ser una importante fuente de minerales, vitaminas y proteínas

Las semillas y frutos secos, portadoras de omega 3 y 6 y de minerales

Y por supuesto hemos de incluir, la varita mágica – ahora muy de moda – pero impulsada por la macrobiótica desde hace muchos años, que son los alimentos fermentados.

¿Sabéis que en los países dónde se consumen regularmente, no existen las enfermedades endémicas? Ni tantos casos de cáncer, diabetes, obesidad, enfermedades autoinmunes, como en los países llamados “desarrollados” Dentro de este apartado, vamos a destacar uno en concreto, que, por sus propiedades medicinales, no debe faltar en nuestra despensa, para reforzar nuestro sistema inmune:

Como veréis, hay muchos motivos para comprender el postulado macrobiótico: tenemos tres cerebros.

1. Primer cerebro: nuestros intestinos. Nuestras raíces

2. Segundo cerebro: nuestro corazón

3. Tercer cerebro: sistema nervioso

El alimento terminará siendo el combustible del sistema nervioso, influirá en el sistema inmune y en nuestros estados de ánimo y emociones, en nuestra forma de pensar y hasta en nuestro sistema de creencias.